Las cuentas de salud se han convertido en un instrumento importante en prácticamente todos los países de la OCDE y otros territorios para monitorizar de manera sistemática el gasto en salud y el financiamiento de la salud, y para proporcionar pruebas para la formulación de políticas fundamentadas en materia de salud. Aun así, el modo en que se han implementado en la práctica e institucionalizado varía de unos países a otros. Varios países van más allá de las aplicaciones estándar previstas en el marco internacional de las cuentas de salud Un Sistema de Cuentas de Salud 2011, y algunos también continúan utilizando clasificaciones y categorías anteriores a la elaboración del SCS de 2011.
Las cuentas de salud son un conjunto de herramientas flexibles que atienden necesidades específicas además de los requisitos internacionales de presentación de informes, lo que puede explicar por qué las cuentas de salud están institucionalizadas de muchas maneras diferentes en función del país. Podemos afirmar que no existe un único abordaje. Muchos factores influyen a la hora de determinar cuál sería la mejor forma de institucionalizar las cuentas de salud en un país.
En lo que respecta a la gobernanza de la producción de las cuentas de salud, es preciso sopesar varios pros y contras al decidir qué organismo debería encargarse de producirlas. La mayoría de los países de la OCDE encuestados cuentan (ya sea explícita o implícitamente) con un mandato jurídico para la producción de cuentas de salud, que es una herramienta importante para garantizar la continuidad de los trabajos y también puede ayudar a facilitar la adquisición de datos. Dado que para producir las cuentas de salud es preciso combinar datos de muchas fuentes diferentes, resulta crucial entablar y mantener buenas relaciones con los diversos proveedores de datos y otras partes interesadas. Varios países crearon distintos tipos de grupos de expertos en cuentas de salud, que brindan asesoramiento sobre su producción y sobre la difusión de los resultados. Este parece ser un paso útil para conseguir una mayor implicación de las principales partes interesadas, potencialmente mejorar la calidad de las cuentas y dar más legitimidad de sus resultados.
El proceso técnico de producción de las cuentas de salud varía en cierto grado de unos países a otros, en función de las metodologías adoptadas, las diferencias en la infraestructura de datos de salud y la disponibilidad de datos, y es posible que también influya en él la cultura del organismo donde están institucionalizadas las cuentas de salud. Dicho esto, para que la implementación técnica sea satisfactoria, es preciso identificar las fuentes de datos más adecuadas y adquirir datos con cierta frecuencia, disponer de procedimientos claros y estandarizados para procesar los datos, y calcular el gasto en salud. El aseguramiento de la calidad de los datos debería ser una parte integral de este proceso. Documentar de manera sistemática y exhaustiva los procesos y los métodos de cálculo puede ser beneficioso para lograr una transferencia eficiente de conocimientos, y puede acelerar el fomento de la capacidad del nuevo personal.
La difusión eficaz de los resultados de las cuentas de salud puede redundar en un mayor uso normativo de esta información. Las mejores prácticas sugieren desarrollar diferentes productos para diferentes usuarios, con vistas a redoblar el impacto. Esto incluye los comunicados de prensa y las tablas de datos que los acompañan, complementados con análisis pormenorizados que también presentan los datos sobre el gasto en salud en el contexto normativo más amplio y que pueden abarcar otras actividades, como la organización de eventos de difusión de alto nivel.
Uno de los principales objetivos que se persigue con la institucionalización de las cuentas de salud es generalizar el uso de las cuentas de salud para fundamentar las políticas sanitarias. Las estrategias para colaborar con el personal de los Ministerios de Salud, parlamentarios, representantes de la sociedad civil y las distintas partes interesadas del sector sanitario pueden contribuir a un mayor uso normativo, lo que a su vez puede impulsar la demanda de análisis del gasto sanitario más detallados, reforzando así un mecanismo positivo de retroalimentación.
En todo esto, la capacidad de las cuentas de salud para responder a las necesidades de información cambiantes (y crecientes) es fundamental. La experiencia reciente con la pandemia de COVID‑19 ha demostrado que pueden surgir rápidamente nuevas necesidades de información sobre el gasto en salud, y que las cuentas de salud deben ser lo suficientemente flexibles como para adaptarse a ellas. Con algunos ajustes y orientaciones adicionales, muchos países de la OCDE lograron efectivamente identificar por separado el gasto relacionado con la COVID‑19 como parte de sus reportes anuales de gasto en salud. Sin embargo, existen también otras áreas prioritarias, como la obtención de datos comparables sobre el gasto en atención primaria, información más detallada sobre el gasto en prevención o sobre la resiliencia de los sistemas de salud. Por ello, los países deben asegurar que el proceso de institucionalización de las cuentas de salud vaya de la mano con el desarrollo metodológico continuo para y así mejorar la relevancia de estos datos para las políticas públicas.