Seminario de Perspectivas Económicas 2021 del ITAM, 8 de enero de 2021

 

Palabras de Angel Gurría,

Secretario General, OCDE

París, 8 de enero de 2021

Estimado Rector Arturo Fernández; Lic. Xiuh Tenorio, Presidente de la Asociación de Ex Alumnos; apreciado Benito Solís; amigas y amigos itamitas:

Me da mucho gusto participar en el Seminario de Perspectivas Económicas 2021 del ITAM, este año en su formato virtual. Agradezco al Señor Rector, a Benito Solís y a la comunidad ITAM esta invitación.

Vaya momento, y vaya perspectiva.

Estamos enfrentando la primera crisis genuinamente global de nuestra existencia. Una crisis mundial sin precedentes. La pandemia del COVID-19 ha tenido y está teniendo un impacto brutal en la salud, el crecimiento económico, el empleo y el bienestar social.

El impacto en la salud: a principios de 2021, ya se han registrado más de 85 millones de infecciones y más de 1.8 millones de muertes en todo el mundo.

El impacto en el crecimiento: de acuerdo con nuestras estimaciones más recientes, el PIB mundial sufrió una contracción del 4.2% en 2020, y se recuperará a una tasa promedio cercana al 4.2% en 2021 y a un 3.7% en 2022. En el caso de México, la contracción en 2020 estaría cerca del 9.2%, y esperamos una recuperación cercana al 3.6% en 2021. Si bien este año esperamos una recuperación vigorosa, muchas economías terminarán 2021 con niveles de producción entre 4 y 5% por debajo de lo esperado.

El impacto en el empleo: En apenas unos meses, el COVID-19 destruyó todos los empleos creados desde la crisis financiera de 2008. El desempleo en los países de la OCDE incrementó de 5% en febrero a casi 7.3% en septiembre y el desempleo juvenil del 11% a más del 14% en las mismas fechas. A pesar de las mejoras recientes, en muchos países el número de personas subempleadas sigue siendo preocupante.

El impacto en el bienestar social: la crisis del COVID-19 ha tenido un impacto muy fuerte en el bienestar de las clases medias y de bajos ingresos, pero sobre todo en las personas más pobres que trabajan en el sector informal. De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial de octubre, entre 88 y 115 millones de personas caerán en pobreza extrema en 2020 (la cual no aumentaba desde hace 20 años). El COVID-19 ha impactado con mucha más fuerza a los países con las mayores desigualdades sociales, como es el caso de México, en donde cerca del 78% de la población vive en condiciones de pobreza o de vulnerabilidad, de acuerdo con estimaciones pre-COVID del CONEVAL.

Si bien por primera vez desde que se inició la crisis del COVID-19, empezamos a ver la luz final del túnel, seguimos enfrentando grandes desafíos en todo el mundo y los gobiernos tendrán que seguir jugando un papel importante y activo para estabilizar y reactivar las economías.

En este sentido, es fundamental tener algo bien claro: el dilema entre salvar vidas o salvar la economía es un falso dilema. Lo he venido repitiendo en múltiples foros. Hay que hacer todo lo posible por proteger y salvar vidas, primero, y eso ayudará a atenuar los efectos económicos y sociales. Y la única forma de hacerlo es venciendo al virus.

En la OCDE consideramos que tomará cerca de un año, la mayor parte del 2021, para alcanzar los niveles de distribución y aplicación de la vacuna que nos pongan en una situación de seguridad. Por ello, durante los próximos meses, vamos a tener que seguir combatiendo al virus con las ya conocidas medidas y precauciones, al mismo tiempo que se implementan las estrategias de recuperación.

La OCDE recomienda avanzar en cuatro vías paralelas: 1) el uso de pruebas, tanto rápidas como PCR, más la identificación y rastreo del virus (test-track-trace); 2) pruebas serológicas; 3) apoyo a las capacidades para enfrentar la pandemia; y 4) un levantamiento gradual de las restricciones, apoyado en los tres elementos anteriores.

Al mismo tiempo, tenemos que empezar a reconstruir mejor. Me refiero a la estrategia Triple B (Build Back Better), enfocando los apoyos en programas, inversiones y empresas que estén promoviendo la inclusión y la sostenibilidad.

En el caso de México es crucial fortalecer los esfuerzos y las medidas para enfrentar al virus y proteger las vidas de las mexicanas y los mexicanos. La Organización Mundial de la Salud lanzó recientemente un fuerte llamado para que las autoridades mexicanas fortalezcan dichas medidas y se reduzcan las muy altas tasas de contagio y de muertes.

Al mismo tiempo, habrá que diseñar e implementar las medidas de reconstrucción para convertir la recuperación en una fuerza transformadora y modernizadora del país.

Este año va a ser fundamental incrementar el presupuesto dirigido a combatir al virus y apoyar a las pequeñas y medianas empresas, el emprendimiento, y la creación de empleos dignos y bien remunerados. Al mismo tiempo, México tiene que avanzar en las reformas estructurales que tiene pendiente el país.

Primero, la política macroeconómica y financiera. Los esfuerzos por aumentar la recaudación, que solo representa el 16% del PIB frente al promedio de la OCDE de 34%, tienen que estar acompañados por una estrategia para transformar la política fiscal en un instrumento de emprendimiento, protección social e inclusión.

Segundo, fortalecer el sistema de salud. El COVID-19 lo ha demostrado. A México le urge incrementar el gasto y la inversión en el sector salud, que hoy cuenta con uno de los presupuestos más bajos de la OCDE. El gasto en salud en México representa menos del 6% del PIB, en contraste con un promedio de 9% en la OCDE.

Tercero, fortalecer los sistemas de protección social y de bienestar entre la población más vulnerable. Esto es fundamental, ya que en México la mayoría de los trabajadores operan en la informalidad y cerca de 35% de la población vive en condiciones de hacinamiento.

Cuarto, reestructurar nuestra economía para enfrentar el cambio climático y proteger el medio ambiente, la biodiversidad y la salud. México tiene que escuchar este llamado de alerta, aprovechar el momento para avanzar en la descarbonización de su economía y acelerar su transición hacia las energías renovables.

Quinto, fortalecer nuestros sistemas educativos. La educación sigue siendo nuestro Talón de Aquiles. Nos urge mejorar la preparación de nuestros profesores, la cobertura y la calidad, la educación a distancia, y la infraestructura escolar.

Sexto, promover el uso de las tecnologías digitales. Tenemos que mejorar la conectividad y las competencias digitales de la población, pues solo el 64% de la población está conectada a Internet y el 40% de los adultos cuentan con un nivel muy bajo de habilidades digítales.

Y séptimo, fortalecer los apoyos a las empresas, en especial a las PYMES. Para ello, hay que avanzar en la simplificación y homogenización de las regulaciones empresariales; programar recortes de horas de trabajo; y posponer los pagos de impuestos, seguridad social, renta, deuda y utilidades.

Queridos amigos,

La crisis que enfrentamos nos obliga a pensar diferente, a actuar diferente. Enfrentamos un desafío sin precedentes, y al mismo tiempo una gran oportunidad para crear un nuevo sistema económico que funcione para todos, un nuevo contrato social fundado en la inclusión y en la sostenibilidad, una nueva globalización más harmónica, más humana, fundada en la cooperación multilateral.

México cuenta con todo nuestro apoyo para diseñar, desarrollar y poner en práctica, mejores políticas para una vida mejor.

Muchas gracias.

 

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