Palabras de Angel Gurría, Secretario General de la OCDE
30 de junio de 2014, París, Francia
(As prepared for delivery)
Señor Ministro Sapin, Señor Presidente Moreno, Señoras y Señores,
Es un placer estar con ustedes para inaugurar la sexta edición del Foro Económico Internacional para América Latina y el Caribe y dar el banderazo de salida a la Semana del Development Centre de la OCDE en 2014. Como ya es tradición, una vez más realizamos este evento en asociación con nuestros amigos del Ministerio de Economía y Finanzas de Francia y el Banco Interamericano de Desarrollo, una triple alianza que ha resultado muy exitosa.
La relación de la OCDE con América Latina sigue creciendo, junto con la importancia de la región en la economía internacional (y en la Copa del Mundo de futbol – vaya desempeño latino!). La participación de los países latinoamericanos en nuestros comités, working groups e iniciativas es más fuerte que nunca.
Chile y México son dos de nuestros miembros más activos. Colombia está avanzando a paso firme para convertirse en el tercer miembro Latino de la OCDE. Costa Rica viene después. Perú ya se está preparando. Ya estamos planteando la posibilidad de lanzar un Programa Regional como el que tenemos con el Sudeste Asiático y ya empezamos a apoyar a la Alianza del Pacífico con trabajo sustantivo.
Este creciente acercamiento de la OCDE con América Latina no es mera coincidencia. La región ha tenido avances muy importantes y tiene un enorme potencial, pero a la vez enfrenta un momento decisivo. Debe llevar a cabo reformas profundas que le permitan seguir creciendo, ahora que el boom de precios de los productos básicos ha terminado, hay una revolución energética en Estados Unidos y el crecimiento de China se ha desacelarado. Permítanme comentarles brevemente como vemos a América Latina en la OCDE.
La Perspectiva Económica de América Latina
De entrada vemos que los vientos están cambiando para la región. Después de una de las fases de expansión económica más importantes de su historia, una tasa de crecimiento promedio anual de 5% entre 2003 y 2008, una resistencia notable a la crisis financiera mundial en muchos de estos países y avances considerables en la reducción de la pobreza y la desigualdad, ahora América Latina está regresando a una fase de crecimiento más moderado. En 2014 estimamos que el conjunto de la región crecerá entre 2 y 2.5% en promedio.
Como lo hemos mencionado en otros foros, parte importante del crecimiento de la región estuvo basada en factores externos y coyunturales. El aumento de los precios internacionales de algunas materias primas, el crecimiento acelerado de las importaciones de China, la entrada temporal de inversiones de corto plazo de los países de la OCDE, son dinámicas variables, con un alto nivel de incertidumbre.
América Latina ahora tiene que aprovechar este momento de desaceleración de sus motores externos para impulsar una oleada regional de reformas de gran calado. Y ¿reformas para qué? Bueno pues para poder construir economías más resistentes, más incluyentes y más sustentables, que cuenten con sus propios motores, made in LAC, de crecimiento.
A todos los países de la región les urge mejorar la productividad, terminar con la informalidad y reducir significativamente la desigualdad.
Tres Grandes Desafíos de América Latina
La evolución de la productividad en América Latina en los últimos años ha sido francamente decepcionante. No sólo con respecto al entorno de la OCDE, sino también con respecto a otros países emergentes. Entre 1990 y 2011, la tasa de crecimiento de la productividad laboral en América Latina alcanzó una media anual de 1.6%, mientras que países como Corea, Turquía o Polonia registraron más del 3% durante el mismo periodo.
Los niveles de informalidad de la región también son preocupantes. El 55% de los trabajadores en América Latina y el Caribe son informales; lo cual significa que 130 millones de personas no están inscritas en programas de seguridad social o de capacitación y son vulnerables ante la pérdida de empleo o la enfermedad.
Trabajar en situación de informalidad es sinónimo de vulnerabilidad entre las emergentes clases medias, pero también de pobreza entre un amplio sector de la población. De hecho, estudios recientes muestran que casi el 66% de los latinoamericanos son pobres o vulnerables.
Estos desafíos están muy vinculados con los altísimos niveles de inequidad de la región. A pesar de los avances, estudios recientes de la CEPAL muestran que el 20% más pobre en América Latina concentra el 5% del ingreso total, mientras que el 20% más rico capta en promedio 47%. En la OCDE, a pesar de la creciente desigualdad en la mayoría de sus países, el 20% más pobre captura el 8% del ingreso total y el 20% más rico el 39%.
Los dos países latinoamericanos de la OCDE son los más desiguales de este grupo: de acuerdo con nuestro último estudio de desigualdad, que presentamos apenas hace unos días, en México el 10% más rico absorbe el 37% del ingreso total del país, mientras que en Chile esta concentración llega al 40%. Además, la diferencia entre los ingresos del 10% más rico y el 10% más pobre es de 27 veces en Chile y 30 en México.
Estas son tres de las grandes desventajas comparativas de América Latina, sus principales obstáculos, sus anclas estructurales. Es por lo tanto fundamental que nuestros gobiernos promuevan paquetes de reformas simultáneas o secuenciadas para hacer frente a estos tres grandes desafíos.
Recomendaciones de la OCDE
Para elevar la productividad de nuestros países es esencial desarrollar políticas educativas y de capacitación que respondan a las necesidades de los mercados laborales y permitan una transición gradual hacia actividades con mayor intensidad en habilidades e innovación. Además, América Latina debe fortalecer la competencia y llevar a cabo mejoras regulatorias que fomenten un terreno de juego parejo. Ello permitirá a las PYMEs desarrollar su potencial y convertirse en un motor de innovación organizacional que impulse la productividad y complemente las economías de escala de las grandes empresas.
El pleno desarrollo de las PYMEs será también esencial en el combate contra la informalidad. En este esfuerzo, los países latinoamericanos deben considerar la puesta en marcha de mecanismos que vinculen cadenas productivas en distintos sectores, que permitan mejorar la integración de las pequeñas empresas a la producción y, con ello, promuevan su formalización. Además, los países latinoamericanos deben consolidar de manera urgente sus sistemas de seguridad social, de modo que dichos sistemas sirvan como incentivos para la formalidad.
Para combatir la desigualdad es indispensable fortalecer los sistemas fiscales. Para ello, en primer lugar habrá que mejorar la recaudación fiscal. Si bien América Latina ha incrementado su capacidad de recaudación, de un 13.6% del PIB en 1990 a un 20.7% actualmente, los niveles siguen siendo bajos en comparación con el promedio de 30% en la OCDE.
Paralelamente, será necesario mejorar los mecanismos de redistribución y la calidad del gasto público. En la OCDE, los niveles de desigualdad se reducen una cuarta parte por el efecto de impuestos y transferencias. En América Latina, la desigualdad prácticamente no cambia tras recibir transferencias, acceder a servicios públicos o pagar impuestos.
Pero permítanme añadir una recomendación final que puede hacer una contribución muy importante a las estrategias para enfrentar estos desafíos: en América Latina nos urge mejorar nuestra infraestructura de comunicaciones y transportes, precisamente el tema de este Foro.
Los costos logísticos en la región representan entre el 18% y 35% del valor de los productos, frente a cerca del 8% en los países de la OCDE. La calidad del sistema de carreteras de América Latina está por debajo de los países de ingreso medio. Todo esto afecta la competitividad de las exportaciones y el potencial de integración de la región. Pero también afecta la productividad: de acuerdo con estudios de DEV, las mejoras en logística podrían elevar la productividad laboral de la región en aproximadamente 35%.
El desarrollo de una política de logística integrada por país y el mejoramiento de la eficiencia en los procesos aduaneros, por medio de tecnología que automatice las aduanas y permita localizar las mercancías, podría aportar importantes beneficios en un lapso corto. En materia de inversión en infraestructura, es necesario desarrollar una fuerte capacidad de evaluación, licitación y administración de las concesiones para las Asociaciones Público Privadas y explorar sistemas de transporte multimodal que vinculen de mejor manera las vías primarias, los puertos y los ferrocarriles.
Ministro Sapin, Presidente Moreno, Señoras y Señores:
Sigamos construyendo el momento Latinoamericano. Hagamos de esto un proceso más que un suceso. Tenemos otra gran oportunidad. Entre 2012 y 2015, 14 países latinoamericanos habrán celebrado elecciones presidenciales. Hace apenas 10 años, esta ola electoral hubiera sido sinónimo de volatilidad en la región. Ahora es todo lo contrario: una oportunidad para presentar agendas reformistas que generen consenso interno y expectativa internacional, como se ha logrado en México.
Como lo dije hace unos días en la Cumbre de la Alianza del Pacífico y el Foro Parlamentario de la OCDE en la Ciudad de México, la OCDE está muy entusiasmada con esta gran oportunidad latinoamericana y está lista para apoyar sus esfuerzos de reforma. ¡Cuenten con la OCDE para diseñar, promover y poner en práctica mejores políticas para una vida mejor!
Muchas gracias!