Palabras de Angel Gurría
Secretario General, OCDE
12 mayo 2020 - OCDE, Francia
(as prepared for delivery)
Estimada Rebeca Grynspan, Luis Carranza Ugarte, Alejandro Werner, Señoras y señores,
Quiero agradecerles a la CAF y a la SEGIB por convocar esta importante reunión en un momento clave para la colaboración multilateral.
El COVID-19 está teniendo un gran costo en términos de sufrimiento y vidas humanas. El contagio al sistema económico también está siendo devastador y puede serlo aún más si no actuamos con rapidez, eficacia y coordinación.
Calcular el impacto económico exacto del COVID-19 es sumamente difícil, pero es probable que muchas economías se enfrenten a su mayor quebranto desde la Gran Depresión de 1929. Nuestras estimaciones preliminares sugieren una disminución del crecimiento anual del PIB de 2% por cada mes de confinamiento estricto en los países de la OCDE. El desempleo se está disparando en las principales economías. Por ejemplo, más de 30 millones de estadounidenses presentaron nuevas peticiones de subsidio por desempleo en solo seis semanas.
En el caso de España y de Portugal, la crisis también tiene impactos significativos sobre la economía y el empleo. Ambos países han reaccionado de manera decisiva, estableciendo esquemas de trabajo a tiempo reducido (kurzarbeit), beneficios para trabajadores independientes, ayudas con el pago de alquileres o préstamos y aumentos de los beneficios para trabajadores afectados por el virus. En España, los beneficios por desempleo ahora cubren al 22% de la población activa.
En América Latina y el Caribe, esta crisis llega en un contexto de grandes incertidumbres, marcado por bajísimos niveles de crecimiento (con un promedio regional del 0.1% en 2019 ), altos niveles de desempleo e informalidad, clases medias vulnerables, y un aumento de la pobreza y la pobreza extrema en varios países de la región.
A este complejo panorama, entra de golpe el COVID-19, exacerbando riesgos y desafíos a través de la creciente volatilidad de los mercados financieros y la disrupción de un comercio internacional ya debilitado por tensiones comerciales y ahora complicado aún más por la afectación de las cadenas globales de valor.
Al igual que en otras economías, la producción y la demanda en los países de América Latina y el Caribe se verán afectadas. La recesión global generará una fuerte disminución de las exportaciones, especialmente hacia China y los EEUU, los principales socios comerciales de la región. También veremos una diminución de las remesas, el turismo y la inversión extranjera directa. Además, el colapso del precio de las materias primas y del petróleo afectará a las cuentas fiscales y externas de varios países de la región.
Aunque son bienvenidas las medidas reactivas tomadas por los gobiernos de ALC, el espacio fiscal para reaccionar es limitado en muchos países de la región. Entre 2008 y 2019, el déficit fiscal promedio en la región se elevó de 0.4% a 3.0%, y la deuda pública pasó de 40% a 62% del PIB . Asimismo, nuestro Informe de Estadísticas Tributarias para la región indica que la reducida carga tributaria y la baja recaudación fiscal, así como los altos niveles de evasión fiscal, limitan las posibilidades de la región de incrementar el gasto público.
Existe el riesgo de que el impacto de la crisis recaiga en su mayor parte sobre los más vulnerables. De hecho, la CEPAL estima que el nivel de pobreza en ALC podría aumentar en 5 puntos porcentuales entre 2019 y 2020, pasando de 30% a 35% de la población.
Las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) representan el 99% de las empresas y el 60% del empleo de ALC. Entre ellas, sobre todo las micros y pequeñas tienen el riesgo de caer en bancarrota.
La enorme pérdida de empleos podría perjudicar de manera desproporcionada a la “clase media” vulnerable, que hoy representa el 37% de la población, y que en su mayoría no cuenta con ninguna forma de protección social.
El impacto social de la crisis del COVID-19 puede ser particularmente costoso para las mujeres, ya que cuentan con mayores tasas de informalidad, y muchas se encuentran más expuestas a la violencia de género ante las medidas de confinamiento.
Otro desafío mayor es apoyar a los trabajadores informales. Esto requiere creatividad e innovación. Por ejemplo, Colombia, nuevo miembro de la OCDE, logro con éxito la entrega de transferencias en efectivo a más de un millón y medio de hogares con empleos informales, que no son beneficiarios de los programas sociales tradicionales del Estado.
Una recuperación efectiva que limite el impacto social y económico de la crisis necesitará acciones fuertes en varios frentes:
Señoras y señores,
Esta crisis va a poner a prueba nuestra capacidad colectiva para responder, nuestra coordinación de esfuerzos a nivel regional y global, y nuestros modelos económicos y sociales.
Tenemos la oportunidad de reinventar el multilateralismo, de reinventar nuestra cooperación, y de revitalizar la confianza en las instituciones dentro y fuera de nuestras fronteras. Tenemos que repensar un nuevo multilateralismo que sea incluyente y sostenible, para asegurar una salida fuerte y solidaria de la crisis.
El expresidente de Uruguay Pepe Mujica escribió recientemente: “¿Los humanos estamos llegando al límite biológico de nuestra capacidad política? ¿Seremos capaces de reconducirnos como especie y no como clase o país? ¿Recogeremos la lección del desastre al ver como revive la naturaleza?”.
Cuenten con la OCDE para apoyar y reconducir a Iberoamérica hacia un modelo de crecimiento más incluyente, más sustentable, y más resiliente. Estamos listos para organizar intercambios y diálogos con los países de la región sobre políticas para hacer frente a la crisis, como lo hicimos recientemente con Colombia y con Brasil, apoyándonos en nuestros expertos y en los análisis por país que se encuentran disponibles en nuestra plataforma digital sobre el COVID-19. Muchas gracias.
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